La serie 13 reasons why ha sido considerada riesgosa e irresponsable por narrar y mostrar de modo explícito el desarrollo suicida de una adolescente que cursa la educación media. ¿Por qué todos están hablando de la serie? ¿Por qué tiene tanto éxito? Por muy riesgosa que sea, más que censurar debemos aprovechar este material. Posee una notable riqueza en la descripción psicológica de personajes y describe de gran forma lo que ocurre en la vida de los adolescentes. Podemos comparar a Hannah Baker (la protagonista) con una estudiante de liceo porque la estructura y dinámica social del Chile actual se asimila a la de países desarrollados.

La serie retrata conflictos adolescentes, un modo de hacer familia y un sistema educativo cuya postura frente al malestar psíquico de los alumnos es muy similar a la que he podido ir observando y escuchando en mi práctica clínica. Queramos o no, estamos en el patio trasero de Estados Unidos. Lo que ocurre en la educación media de Chile no dista mucho del college norteamericano. Todos quieren ver la serie y muchos se sienten representados por uno o más personajes que ahí aparecen.

Trabajando en servicios de urgencia y en Psiquiatría he podido atender muchos casos de adolescentes con conductas suicidas graves. Llegan desde todos los rincones de la Región de Los Ríos. Tenemos una epidemia ante la cual no sabemos qué hacer. Somos espectadores de jóvenes suicidas que son víctimas de maltratos, que sufren rechazo, no se sienten escuchados, viven como si estuvieran solos, desesperanzados y frustrados. Por esas u otras razones, la idea de la muerte les llega cuando sienten que no pertenecen a su grupo de pares, que son una carga para sus seres queridos y cuando la autoestima está en el suelo. Entonces los jóvenes se deprimen, bajan sus notas, se aíslan, se angustian, lloran en soledad porque no saben a quién recurrir o para no demostrar debilidad.

El suicidio se instala en una base carente de conversaciones largas entre padres e hijos. Es muy raro que el suicidio encuentre cabida al existir una comunicación fluida con su núcleo familiar. Ese es el contexto más general: la suma de maltratos, el sentimiento de no pertenencia, el ánimo ansioso-depresivo y la ausencia de redes de apoyo efectivas. Porque el intento suicida no siempre necesita una familia disfuncional, una violación o un gran bullying. Puede haber amor, incluso preocupación de los cercanos, pero la persona que sufre calla y los padres ya no saben qué hacer para que sus hijos hablen sobre sus pensamientos y emociones. Las amistades son más frías, utilitaristas y se desarrollan cada vez más en redes sociales o en juegos de realidad virtual. Los colegios no saben qué hacer y para que hablar de lo torpe y tarde que llega el sistema de salud. No tenemos programas de prevención.

Esperamos que la enfermedad se agrave a tal punto de tener que comenzar un tratamiento farmacológico en los servicios de urgencia. Por lo mismo creo que debemos usar 13 reasons why en ambientes seguros, en familia o en colegios junto con psicólogos bien capacitados. Prohibirla sólo va a promoverla, especialmente en aquellos adolescentes que tienen más factores de riesgo. Por supuesto que significa un riesgo para aquellas personas con ideas de muerte cursando una enfermedad mental grave. Pero será aún más dañina si la censuramos sin darle frente. Sería dejar escapar una oportunidad; tener un sobre qué hablar y resignificar en los jóvenes el hecho de que ser víctima de maltratos, sentirse solos o poco comprendidos no es sinónimo de suicidio si logramos compartir esas ideas con familiares, educadores o trabajadores de la salud mental.

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